La Poesía

Sé que un poema no puede quitar el hambre ni cambiar la miseria humana, pero su irradiación ayuda a vivir contra toda adversidad. El poema es un sueño que se materializa a través del lenguaje y se recrea en otras utopías en la vida diaria. Escribo porque creo en el mito ancestral y en el poeta como un guardián de ese fuego que es el único que nos devuelve el rostro y nos abriga . el espíritu: el hombre al ritmo de las estrellas y de la hierba; esa quizá es la única nostalgia válida. Sé también que intentar la poesía no tiene sentido si el que la pretende es un personaje antipoético, si actúa en contra de la vida: de ahí la difícil tarea: la poesía nos debe humanizar, sin que esto signifique una actitud ideológica, sino una estética de la existencia.
Pedro Salvador Ale


viernes, 2 de diciembre de 2011

VOLAR DEBER DE VOLAR II

II



Volar deber de volar



XX


No encuentras el aroma que alquimiza la tierra donde pusiste
el mapa virgen de tus pies, en esta calle el mito se pudre
desde hace millones de años,
los dinosaurios sueñan por el oro negro las formas que serán;
tierra muerta en su ataúd de pirámides, sol de sacrificios.

Humo de antiguas especies pueblan un aire de sangre sometida,
la dualidad está en todo lo que mata: no fuiste lo que debías,
no eres para ser, el tiempo aquí es un cadáver más
donde el lodo come los restos
que se preservan como un estandarte .

La multitud es un águila, cojea de un ala, encarna el dolor de no
volar y de arrastrarse en el humo incesante en que agoniza
el sueño de Quetzalcóatl, no sabe si será entre la vida y la muerte:
abre la herida, enciende el fuego en la oscura noche de México,
no cierres los ojos, llueve sangre y ya es muy tarde, ayer como hoy.

XXI

Paz, en tu música crepita el maíz quemándose,

pasa un niño armado con un fusil,

se inunda una ciudad por una explosión,

no dejan de cantar en un prostíbulo,


se escucha la lluvia tocando un silbato de barro,

llevan tu estrella en la frente: el que dibuja

sílabas buscándote, un monje, una muchacha

con la alcancía en su ombligo, el adolescente


que gasta sus naipes de amor, la viuda que busca

en el vino un ángel; con sueños se te espera,

desconocida, ignorada, pobre paz: escucho tu


silencio de oro fino, pienso en los búfalos que amé

en las películas, en la pradera de la única madre,

en la pirámide del poder inventada sobre la ceniza.

XXII

Lengua hecha para los frutos de la tierra, elogia tu propia saliva,
el porte del gusto, de la miel, de las hierbas aromadas
por el firmamento;

eleva el apetito, el deseo rojo de cortar con pasión otra piel;
hazlo para honrar a los que beben, aman, fuman por la lengua
las ofrendas del gozo, hazlo por ese animal ávido de sabiduría.

Piensa en el amor, el oro y el vino, mira la sinrazón de la vida :
sueña, grita, ama con rabia lo que sucede; estás aquí para saber que
la lengua debe cantar bajo la sal, sobre esta carne viva de la muerte.


XXIII


Un mendigo de rodillas en una esquina de multitud:

-unpesounpesounpesounpesounpesounpesounpeso-

un peso es su mantra miles de veces repetido

sin pausa sin prisa sin perdón oficial ni popular

el cielo del bolsillo a veces escucha la invocación:

-unpesounpesounpesounpesounpesounpesounpeso-

la tierra no sabe, rueda la muerte en monedas

que tintinean el ritual, el humo de los coches

es el incienso para un sonriente Buda oscurecido

por el bajo mundo, este modo mudo, con luz a ciegas,

lengua cortada que no impide el mantra ensordecedor

-unpesounpesounpesounpesounpesounpesounpeso-

indiferencia, invalidez de lo humano, sin pasos vuelve

a morir Sócrates, cualquier hombre que ame la verdad,

bajo el árbol nuclear, el hongo de la muerte, el sol con

una venda en los ojos, ¿quién se atreve a cantar? ¿ quién

agoniza, vive? ¿ alto quién vive? vivevivevivevivevive:

-unpesounpesounpesounpesounpesounpesounpeso-



XXIV


El héroe inventa un país todo el tiempo, lucha contra una hidra,

vive un exilio en su propia geografía, tiene la fiebre del azar;

no cree en el destino, sabe que los pasos cambian las latitudes,

que al tocar un pubis se mueve un planeta; no tiene seguidores,

ni máscara, ni un don divino; desnudo a sus penas, a sus perros,

a los colmillos del cuervo; es un hombre sencillo como la madera,

frágil como el olvido, no tiene país ni parientes ni amigos, sostiene

el pensamiento en un tajo, sólo abriga la palabra de fuego que lo

existe más allá de la fosa, de la ceniza, del célebre polvo llorado.



XXV

Todas las guerras en la historia subrayan la necesidad
de la ciencia, que nos humaniza y al mismo tiempo
nos salva, ser amable con ella nos llevó a olvidar
al hombre y al fundamento de su creación, el amar,
la ciencia se hizo el tesoro inalcanzable para muchos,

sólo para el poder que posee el hechizo de los brujos,
así sacar tajada y dejar a los pocos las sobras de la
cacería; sin embargo, la ciencia llegó demasiado lejos,
a la alquimia final , la destrucción que nos
une, la ciencia vendió al lucro la conciencia, su virginidad,

su vellocino de oro, su cáliz sagrado, su piedra filosofal,
no dejó misterio por negociar, tiene la voz
de Mefistófeles, el convencimiento del placer inmediato;
quienes en la historia la han tomado como diosa personal
la hicieron a su modo la reina de las épocas, confiaron en


que ella sería fiel al hombre, la vendieron y revendieron,
hasta que perdió sus gracias, se materializó, envejeció, se hizo gorda
de sistema, de razón pura, está en todas partes y en ninguna,
dejó al hombre, no encuentra el mapa de regreso, de sus sentir noble,
de su pensamiento; la ciencia tropezó con la ambición y se durmió

en las manos del dolor, de la destrucción, de la guerra:
se pudrió en sus laureles;
ahora no hay autoridad para frenar la violencia material,
la ciencia perdió el camino, consiguió la gloria del miedo
y no hay misterio que la recupere de su demente razón.


XXVI

a Luz del Alba Velasco

A qué ojos puedes mirar sin dejar de ser tú mismo,
que puedas reconocerte como
humano, ojos sin máscaras, ojos sin astucia
con su sola transparencia natural,
ojos sin deseo alguno, ojos desnudos; desde los

ojos la mirada interior, ojos desde la luz de cada
latido; mira la mirada tomada de muchos ojos
con vergüenza, con culpas, con malicia
o disfraz , que no se muestran como son, ojos que
no te ven al verte sino que esconden el humor o la

pasión o la creencia de un sueño que quieren saber
y no ven. Este mundo real, no está hecho aún
para verse como debe, si no es con la luz antigua;
mira hacia fuera a otros ojos y ámalos a esos que ven
el amor desde el amar lo que sólo ellos pueden ver.

XXVII

Los noticieros ocultan la vida: no se siente el olor

del pan horneado salir de un televisor,

no se mira las estrellas por el vidrio de una pantalla,

nadie escucha los grillos del silencio, la selva del

silencio, la voz del agua lejana; un pájaro perdido

canta su mensaje, el músico como un peatón más

cruza entre automóviles, piensa en la soledad,

en la cabeza que el mundo no tiene, en el caos de

un latido de fuego; el peatón ahora es muchedumbre,

invade las prisiones: las oficinas, las escuelas, los cines,

los cuarteles, los teatros, los estadios, los hospitales.



XXVIII


Te quieren muerto, como un burócrata clavado a una silla,

como un hombre crucificado a una nómina: rescata

tu sueño filoso, tu melodía, tus colores

que espantan al tiempo del espejo.


Este día truena en los radares, en las sirenas, rompe

las ventanas, el número viene con más hambre y tú

debes sacar

tu música, tu anzuelo de pescador, tu cuchillo de caza.



XXIX

a Luis Pantoja Ríos


La verdad no está indefensa si el valiente

la hace resplandecer;

es verdad la verdad que no atraviesa

ni el acoso, ni el frío ni el fuego;


es verdad el valor, vaso que no se rompe,

una moneda que no dejó de ser lo que es,

es verdad filo de sol para el cobarde,

decir vida y que se quiebre la muerte.



XXX


No somos distintos los clandestinos de ayer,
como las estrellas no se pueden calcular,
como las gotas de lluvia o como los perdidos
en grandes ciudades, vivimos sólo este ahora;
hay quien sentencia que el pasado es todo, que siempre
fue mejor, muchos dicen que mañana será y que

añoran la historia que les enseñó que mañana será;
aman las guerras antiguas, dos o tres victorias
inventadas de los que fueron héroes patrios,
los que fundaron lo que les pertenece: la moral,
la ceguera, la mudez, la higiene y la buena educación;
como si la historia y el presente fueran lo que ellos

quieren, cuando nunca hicieron más que mentir,
evadirse, no ver, saber lo conveniente;
así no es rara tanta sangre derramada, derrumbada,
cargamentos de muertos, de balazos no de pena;
el que agoniza de hambre, de enfermedad, de mentira,
no cree en nada, que haya un mejor tiempo para vivir.


XXXI


Qué puedes escuchar sino el sonido de la muerte,
si naciste a comprender el mensaje de la lluvia,
del viento en los árboles, si sabes del silencio;
ahora tus oídos no soportan la realidad de los
ruidos, contagiados por el hielo artificial de
metales, los plásticos, el estruendo de la ciudad.

XXXII

El bolero del músico tiene bronca inmemorial, elige fronteras, seudónimos,

nadie le paga al nómada involuntario, hablo del poderoso amor

que el enemigo ignora, del bolero que escucho en los bares pobres,

en este siglo veintiuno falso como un pasaporte falso,

porque todos los pasaportes lo son:


¿quién puede sellar una infancia, una lengua, un cielo?

¿quién puede con la fotografía de un árbol, de un río lavando la memoria?

El bolero de este músico no habla, dice de prostíbulos, de pan duro,

sabe a humedad sobre perros viejos, huele a crematorios en el desierto,


a fosas clandestinas, a la lluvia que regresa sobre huesos olvidados;

los guerreros en el sueño cantan desde el amor su victoria;

pensar que el músico no tiene la culpa de nada, él sólo toca

lo que le piden los fantasmas.



XXXIII


Las manos leen al tocar el mundo,
los cuerpos son ciegos,
miran por las manos,
la codicia ahora las tiene presas,
llenas de sombra,
lejos de esas manos
que sólo son
al rehacer el mundo
de los tontos sublimes
otra vez.

XXXIV

El muro es una venda en los ojos, aprisiona paisajes,

los extremos disminuyen a los que no se encuentran,

ciegos tantean, unos el oro del racismo, otros

el pan del desarraigo.

Va el inmigrante, salta muros de agua, de arena,


de sal, muros de historia, atleta sobre el río, corredor,

miedo de fugitivo que aplauden los que no saben

del sudor ajeno, del vegetal del hambre,

de la sed donde jadean los tristes.

Saltarín, saco de huesos y de sangre golpeada, arado


de carne y hambre, supera una valla, danza en la

frontera, sin otra causa que un destino imaginario,

como un payaso loco en su derrota, con una mortaja,

un disfraz donde todo es límite, cae en sudores y

la muerte postergada, insiste en vivir, más allá del muro.








XXXV


Se sabe que no es miel el hambre, que duele en los documentos

de identidad. Rito previsible del sistema. Ausencia del generoso.

Deshumano. El hambre como el primer grito del hombre.

Crucifixión de la leche. Entrañas yertas. Agua tísica para la sed

del hambre. Hambre hecho dolor lamiendo su propio desangrar,

sin ponerse de pie. Pura agonía. ¿ Desde cuando? ¿ Hasta siempre?

¿Hasta nunca? ¿Qué codicia goza este festín mundial? Mancha cruel,

arena movediza es el hambre antípoda de los satélites. Hambre que

come, que se come a sí mismo, autofagia del hambre, ciego hambre

que se ve al espejo, maceración perpetua de la miseria.

Es inútil evocar la bondad ¿ Qué se hizo la voluntad? Sin remedio

se pierde el pan, el maíz, sólo distancia será la mesa, otro espacio

nuevo ¿Quién puede lavar el hambre que ensucia los días del solo?

Es el hambre hermano, el hambre moliendo huesos para las armas

químicas, el don del hambre, es el salto de la ignorancia, la piel

con las orillas del esqueleto, la madre tierra ausente, bebiéndote por

las raíces ¿ Dónde pongo el aliento del hambre si no es por la palabra,

dónde pongo la muerte para que no te doble los pasos, dónde pongo

los ecos de la rebeldía, los gritos con banderas raídas por el hambre?


XXXVI


La justicia carece de luz,
sale el sol para la poesía, el hombre, la mujer que sueña,
la justicia es un desierto, en el que los obedientes siembran
mentiras;

la justicia es para el poder, la poesía es para los jóvenes,
la justicia es para el cura, el militar, el inversionista,
a ellos los mira, los palpa, los reconoce, para ellos trabaja,
la justicia;

la justicia lo explica, es justicia para unos, miseria para los
más, la poesía es para todos;
la justicia dicen sus administradores no es el bien ni el mal,
la justicia es para los crímenes castigados a conveniencia,

la justicia es venga mañana,
los diarios, los noticieros, aseveran que la justicia es
nuestro destino, que la justicia es el poder establecido,
la poesía dice que la justicia ha muerto;

el pueblo violento, desangrándose,
responde, la justicia somos nosotros;
la poesía no sabe no lo que es la justicia,
sólo sabe lo que no es la justicia,

y no sé quién sepa más, lo que sí es que la gente sabe
que no hay justicia,
a golpes o disparos no hay justicia,
o sea que de un modo u otro existe la justicia,

por su ausencia todos lo saben y si esto es absurdo,
identificar la aplicación de la ley,
la justicia con la poesía
que no hace diferencia con los hombres,

a todos les canta, a todos los ama,
no puedo señalar que la justicia existe
y no debemos dejar de conocerla o abandonar nuestra
resistencia

por la simple desidia;
ahora puedo decir que existe
cierta coincidencia,
la poesía es el amor;

la justicia no sabemos dónde está ni como es, no la podemos
dominar ni conocer ni implantar,
esa justicia que nos hace luchar , justicia que sólo en el amor
cumplimos a carta cabal, como la poesía.

martes, 27 de septiembre de 2011

VOLAR DE VER DE VOLAR

  VOLAR DE VER DE VOLAR



            
             PEDRO SALVADOR ALE



Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa (….) y el general no ejecutase la orden recibida, ¿ de quién
sería la culpa, mía o de él?

                                                                    Antoine de Saint- Exupéry
                                                                            El Principito



De todo eso un gran pájaro vuela,
sus alas atruenan en la diversidad del mundo.

                                               Enrique Molina

































                                                 I


                              Volar de verde volar


I

Es un pájaro de alas cortadas

una muñeca de trapo

una corona de laurel

una mujer que canta

su música de sangre.


Nadie le cierra la herida

es una canción vacía

en el aire de la luz

en la memoria del hombre.





II

Que la música deje sus notas en un pubis, tense

sus cuerdas con las crines de los caballos,

entre al sueño de los tristes para lavarles la memoria,


mezcle su rumor al silencio de los lagos,


que la melodía se guarde en las páginas de un libro

o en una botella de vino ( que son lo mismo),

que este amor sea un árbol de abrigo en tus manos.


III


La música como sabrán, vuela y hace volar,

esa levedad del no ser es lo que cuenta,

el yo no puede tocar un instrumento, hacer

el amor, subirse al tren de los misterios,

decir su nombre:


quien lo pronuncia te sueña burdamente,

el vuelo es algo más que vencer la gravedad,

oleaje de lo inapresable,

fugaz universo de tus ojos, la mirada que

aprende el amor después de haberlo perdido.

IV


Hacer música para los ángeles, me parece perfecto,

hipnotizar a las más bellas mujeres,

más que bien,

conmover a los hombres rudos,

casi sublime.


Entre piel y oído dar soberbios conciertos

es la locura;

mas no debes olvidar hacer la más iluminada

vibración del instrumento

con todos los músicos del pasado
                                                
                                      colgados de tu brazo.

V
Memoriza poemas para preservar la poesía,
si Lao tse  y Hafiz lo hicieron cuando
la natura era ella y no lo que el hombre
quiso.
Memoriza poemas, se escribe mucho y
son pocas las monedas de oro por la palabra;
el cerebro es algo más que una masa gris,
como las nubes, es más etérea,

es conciencia
que llueve preguntas
o certezas que te ayudan
a vivir.

Si cortaron cabezas de discípulos memoriosos,
dicen que salieron melones en la nieve,
que los textos hoy caben en pequeñas
ediciones.

Memoriza poemas de tus hermanos,
poca gente lee o mucho da igual:
sabrás que la poesía es una herida,
allí se bebe miel más allá del tiempo.

VI

El músico tiene una enfermedad que no se cura con alcohol,

llora por las manos el oído todo el cielo de las cuerdas;

el violín no sólo es un baúl, es un árbol que toca los vuelos

a través del aire, en donde la voz no ocupa el espacio ni


el tiempo ( si es como dicen que la música tiene tiempo),

el sonido es una gota de rocío, un destello,

es agua, un río de piernas abiertas, el filo de un vaso  

que esconde, guarda, corta los recuerdos de un hombre solo.



VII
                                                             


Harás música si conoces el secreto del bosque

de tu infancia, si piensas lo que pasó

entre el primer, el último abandono;

en cada nota se evitará un naufragio,


en cada melodía lloverá sobre el desierto.

Harás música si sabes que para el amor están

como un resplandor las manos vacías,

si cavas en tu latido hasta el origen de la voz.


Harás música si te desnudas del pasado al amar,

si danzas bajo la lluvia,

si cruzas cada día el desierto de tu propio ser,

las arenas profundas de tu sangre.



VIII


Uno es irrepetible número que estrecha su lazo incompleto,

no se puede sumar el sueño ni la memoria ni el dolor;

uno no es doble, el espejo miente, no es dos el día ni la hora,


ni el sueño: se quiebra el vaso, escapa su vacío;

no es dos la furia, ni el amor en otro es dos, lo intentamos

pero basta de fingir, el uno es frágil y certeramente mortal.


Uno es el pulso, uno a uno la vida, una la palabra, uno el azar,


uno el dios sin reino, uno el uno sin país, sin frontera el uno,

uno el humo de la ceniza de los huesos, una la mil veces

muerte, uno el relámpago del verso que mata y en toda una vida.



IX


Cuentan que el joven Huidobro visitó a un chamán Aymara,

en esas alturas andinas mostró su inquietud, misterio, duda

sobre la poesía; el viejo sabio le dijo con el frío que cortaba

los sueños- “poeta no hables de la lluvia, haz llover”.


No supe si el mago chileno hizo caer agua, sólo sé que dijo

“hay que hacer florecer la rosa en el poema”, alquimia o magia.

Ahora ignoro si en la poesía algo nace como flor o planta o

árbol como las venas de mi sangre, porque la savia del


mundo se muere, se mueren los poetas, así dicho, si el latido

es una rosa marchita, emblema de los reinos, del amor o desamor,

rosa cósmica, ahora el poema es agreste como el cemento, la

urbe, en que las estrellas son un recuerdo o una fotografía apenas.


No sé qué es o será la poesía sino ésta herida abierta, este sol sin

palacio de bosque, porque ahora el único árbol vivo es el hombre,

quizá florecerá en su palabra, en el sueño de su palabra, la poesía,

él mismo, el poema, la escritura de su sangre, la música del verbo.


X


El músico crea mundos, universos, vidas : tiene máscaras,

un sólo rostro; se mira en un espejo de obsidiana  y

encuentra constelación de signos,

un poema , la memoria en blanco,  el ying yang,


un estallido de sangres, un árbol de fuego haciéndose

esplendor ; exiliado de música interpreta la danza

de sus espíritus, sutiles fronteras entre la forma, el vacío,

la nada : arroja su magia, esa red para pescar milagros.
XI


Me cuelgo de palabras aferrado a su música como un polizón,

¿le veré algún día su entrepierna de ángel?

vuela en gimnasia con versos,

ejercita equilibrios en la cuerda floja del hambre.


Hacer música no es coincidir con nadie,

la magia existe por sí misma entre silencios,

si el mago no piensa la vibración entra y sale de su ser

atada a las raíces de un árbol milenario.


Hacer música es curar un dolor en el pecho, hacer bailar

al cojo, violentar el cerrojo del latido, abrir la mirada

del ciego, poner la mano al beso de la suerte,

abandonarse.


XII


El llamado de los tambores es viejo como el vacío mismo,

el sonido adentro de un tronco

el choque de dos piedras bajo el agua.


La luna es un tambor goteante , el llamado del bosque,

tu propio tam tam si ella se acerca a mirar el abismo

de su propio deseo.


La luna es así, la sembraron las cuerdas de la nada,

allí suena la fertilidad del universo: el primer sonido

abrió un baile que alguien soñó para hechizar al mundo.


XIII


Un hombre abre el estuche de su instrumento:

salen mariposas de música antigua,

se disculpa pensando en la travesura

del tiempo, toca las cuerdas,

su nostalgia abre el sueño de los muertos.


Mezcla las fotografías en su memoria,

van en voces por la madera,

desgracia sin más límite que su recuerdo:

ausencia en juego de palabras de amar.


El músico se ilumina de almas que huyeron

de un paraíso, gira su lágrima de un ojo a otro,

novia lágrima quiere ser del ojo derecho,

no hay otro espejo para mirarse el dolor.


En el último compás el músico respira los

colores de sus muertos, cierra el telón

de su pasado, piensa en la historia que somos,

en la voz de una sangre que no duerme.


XIV


¿Recuerdas la primera vez que supiste de la música ,

la conociste por el oído leyendo un libro de Neruda,

Vallejo, Pellicer?


¿Fue esa mañana que huiste de la escuela,

escuchaste por horas a los pájaros de una plaza,

el ruido de las pisadas de tu ángel sobre el río?


Venía de unos ojos ese temblor;

pasaron décadas, ni palabra, ni misterio te abandonan,

por imposible poesía, los justos amantes viajan juntos.


XV


La muerte es el silencio que se disculpa,

se la puede decir sin palabras;

el silencio tiene una memoria

en la pausa del latido,


está más allá de las imágenes,

de la música, de las cuerdas,

de las membranas del ser y el no ser;

estos oleajes que se juntan son


dos tajos de la existencia;

el silencio va más allá,

el sonido es el oleaje del silencio,

el filo, la frontera del silencio;


el que escribe para los oídos

será llamado; si el hombre

está dispuesto la música viene desde

un silencio remojada por otros silencios.


XVI


A la mujer del músico le gusta el cigarro, las flores del campo,

el nombre en un trozo de papel ;

el destino vuela en armonía,

es un centro que lo sabe todo.


La mujer del músico baila, dibuja estrellas en el piso,

dice lo que tiene que decir, baila desnuda,

su equilibrio es la llama de una vela en el ombligo,

alguien la aplaude, ella muestra su rostro sin miedos,


le da de comer al sueño huérfano.

Eres el primer testigo de su voz, su mejor cliente,

el amanuense que cuenta las deudas, el que enumera sílabas,

el que paga todas las noches por amar sin ningún tipo de celos.


XVII


Corre veloz la poesía como una yegua loca de su propia carrera,
por los bosques del lenguaje, el latido del otoño,
caliente bajo la lluvia del sur, corre la poesía en la locura,
ha perdido los cardinales, vaga al azar como una enferma, no le
gusta lo que es, lo que es desea más, la imagen de lo que desea

no la deja dormir, duerme para que la imagen vea cómo quiere a
ese deseo , danzando ante ella centellea una y otra vez esa estrella
de su ombligo que todo lo sabe, la quiere tomar, se fuga, ya lejos
la llama hacia el abismo de sus labios, no le gusta lo que es,
lo que es desea más y más ser como una yegua loca de su carrera.


XVIII


La música resuena en la memoria de los caballos

antes de la carrera, el más veloz la recuerda,

sabe que el tiempo lo llama desde la meta,

sus patas son cuerdas tensas sobre la tierra,


quedan atrás los otros caballos, los espectadores y

la muerte, son silencios reunidos,

el único que corre es el instante adentro del caballo

en una melodía.



XIX


Si el músico pierde la poesía, se muere de hambre,

la palabra es la sopa, el pan, el venado mágico,

su garganta dulce para cantar el agua del  bosque;

uno se pone de rodillas para rezarle a la muerte,


de pie para el amor, se camina atrás del sueño

olvidado por los sabios; al final habrá poesía

en la balanza, mucha vida de este lado del ojo;

si el músico pierde el verso es como perder un paraguas


en la tormenta, los helados de la infancia, el primer,

el último beso ( por unas cuántas monedas de oro),

perder la última bala, la última carnada para la pesca;

en el estuche de su instrumento guarda hierba


para caballos moros, retratos de antes de la guerra,

cartas de amor con el filo de viejas madrugadas;

si se pierde la poesía, desaparecen los años por venir,

no enfrentas al tiempo, no danzarás ante la muerte.



                                       II



                        Volar deber de volar













domingo, 21 de agosto de 2011

CARTA A MIS HIJOS


Carta a mis hijos

Para que tus manos no estén vacías ama con valentía,
el verdadero héroe es aquél capaz de amar
aún sin ser correspondido,
esa es la verdadera grandeza del que sabe la Unidad.

Si te quedas con el amor que no has dado
no lo conviertas en rencor,
utilízalo en hacer, intenta despertar la alegría,
recuerda que el presente es infinito y variable
que el amor que procuras en algún sitio te espera.

Si tienes la gracia de ser amado
valòralo abierto en cada respiro,
porque el amor permanece pero no se repite,
uno debe transformar la conciencia para ir con su paso.

Para que tus manos no estén vacías
no mires más allá de tus propios actos,
ni juzgues  a los otros por tus errores,
uno sabe en lo profundo la verdad, los límites
y las dimensiones del valor.

No sufras por volver a empezar,
se nace en cada latido, así el mundo comienza y concluye
inexorablemente,
el que nunca se equivoca está tan muerto que piensa que es
perfecto.

Para que tus manos nunca estén vacías,
recuerda, que eres joven y quieres volar, conocer otras tierras,
sientes que no te valoran o que no te merece el lugar donde vives,
mas nadie puede negar su origen, adónde vayas tu propio ser irá,
lo que amas no te será arrebatado, lo que odias o rechazas te acosará como una sombra,
en las adversidades  el espíritu se manifiesta, con la más alta magia que es la del amor.

Para que tus manos nunca estén vacías
practica la oración que más te agrade,
haz que tu corazón hable al desnudo con Dios,
así te sentirás parte de lo verdadero que te rodea.
.
Para que tus manos nunca estén vacías,
debes saber que la soledad no existe,
es una de las ilusiones del ser humano,
no temas estar con tu espíritu, con tu ángel, con tu voz,
de verdad, nadie está solo,
cada cambio del cuerpo se viaja por las dimensiones
del universo.

Si decir suerte es gracia o providencia
debe acompañarse con tus actos,
de tus decisiones continuas,
el movimiento es el estado natural de los seres,
lo único que no se transforma es el cambio
o se transmuta en infinitos misterios.

Para que tus manos nunca estén vacías, ´
sitúate más allá del ganar o el perder,
el justo es aquél que mantiene firme su voluntad
más allá del triunfo y del fracaso
por sobre el pasado o el porvenir,
por lo tanto su más grande alegría es estar
plenamente vivo en cada instante,
que al fin son lo mismo en la prueba de tu fortaleza,
por eso todo tiempo es bueno para comenzar,
todo inicio es y será tiempo presente.

Para que tus manos nunca estén vacías
aprende de los que saben que la mejor manera de esperar
es acortar el camino,
de aquellos que tienen convicciones humanas cambiantes,
por la experiencia, no por el capricho o la claudicación,
los que no son egoístas y no por ello menos rebeldes,
los que piensan y sienten por sí mismos,
los que saben decir y no se doblan ante la tormenta.

Para que tus manos nunca estén vacías,
cuando te acose la tristeza, los problemas, el dolor,
piensa y entrégate a lo que amas,
y la tristeza y los problemas y el dolor
desaparecerán.

Aprende a mirarte en el espejo de ti mismo,
a saber realmente cómo eres,
a rescatar el fuego que te habita,
eso te hará libre y serás dueño de tu destino,
porque nadie puede vivir tus sueños como tú,
los sueños que tú creaste, los que te pertenecen,
siéntete así parte de la vida,
porque recuerda ningún hombre es una isla.

Para que tus manos nunca estén vacías,
deberás también ser práctico,
saber que a pesar de su inmenso poder de cambio,
el dinero es débil ante la grandeza humana,
y cuando lo poseas él te pertenecerá tanto como otras cosas
de auténtico valor,
lo que no se compra ni se vende,
y el dinero no es sucio, sino bendito por su fin cotidiano,
porque el trabajo en lo que amas es su esencia y su semilla.

Para que tus manos nunca no estén vacías,
deberás ser buen amigo,
esto significa responder con veracidad a la amistad,
tener muchos amigos es imposible,
pero sí habrá uno en quien puedas confiar plenamente,
como si fueras tú mismo en otra piel.
Así también los enemigos que se encubren de amigos
tarde o temprano se les cae la máscara,
por eso un amigo de verdad se hace con los años
y resiste las ausencias y siempre te habla claro.

De los enemigos a la vista, no te sorprendas,
debes saber que sus opiniones pueden iluminar
zonas de tu vida que desconoces,
que los enemigos que dan la cara están más cerca, a veces,
de algunos que consideras tus amigos y que sólo
encubren tus errores.

Debes, con tu oficio, por humilde que sea, ser útil a tus semejantes,
lo verdadero siempre es útil y común a todos,
cree en lo que haces y las puertas que buscas se abrirán,
pero si toca a tu ventana la tristeza, el dolor, no te aísles
ni te ocultes, afuera están los semejantes, la vida,
ellos te sacarán de la oscuridad, recuerda, tú eres los otros,
los otros son tú.

Es fácil apreciar a los perfeccionistas, lo difícil es comprender
a los ignorantes,
otros equívocos, enseñar con paciencia,  a propósito,
sé paciente, pero no inactivo,
no quieras que la vida te premie de inmediato, sólo por ser quien eres,
el camino no dejará de ser camino si contemplas el paisaje,
mientras a pie suave avanzas a buen puerto.

Para que nunca tengas las manos vacías,
dale a cada momento de tu vida todos los sentidos,
y asimila tus años acrecentando tu conciencia,
porque cada edad tiene sus claroscuros,
pero la luz entera la posee tu presente,
esa es la única manera de fluir.

Cuando te toque la angustia, piensa que no estás muerto,
que la vida no marcha en una sola dirección,
que la risa vendrá a darte consuelo y olvidarás el miedo.

Para que nunca tengas las manos vacías,
toca la tierra con el mapa de tus pies,
para que la tierra de tus ancestros  dibuje en tu pulso
todos los caminos buenos,
con esa devoción escucha el mensaje del viento,
porque por él hablan los ángeles,
contempla el vuelo de los pájaros,
la caligrafía de la lluvia y del río,
 abraza a un árbol como a un amigo lejano al que extrañas,
así te unirás al mundo natural ,
 seguirás la metamorfosis de las nubes y el ajedrez de las constelaciones.

Para que nunca tengas las manos vacías,
te dejo el poder de elegir, cuál es el camino que más alegría te da,
sin que te arrepientas mañana,
así te deseo y te digo, que sólo así no tendrás las manos vacías,
por último, te regalo la utopía,
porque sólo lo imposible será cierto un día,
porque el  sueño nos hace totales, enteramente humanos,
porque de sueño y de amor y de entrega está hecho el universo
de tu cuerpo.
                                                        Pedro Salvador Ale