La Poesía

Sé que un poema no puede quitar el hambre ni cambiar la miseria humana, pero su irradiación ayuda a vivir contra toda adversidad. El poema es un sueño que se materializa a través del lenguaje y se recrea en otras utopías en la vida diaria. Escribo porque creo en el mito ancestral y en el poeta como un guardián de ese fuego que es el único que nos devuelve el rostro y nos abriga . el espíritu: el hombre al ritmo de las estrellas y de la hierba; esa quizá es la única nostalgia válida. Sé también que intentar la poesía no tiene sentido si el que la pretende es un personaje antipoético, si actúa en contra de la vida: de ahí la difícil tarea: la poesía nos debe humanizar, sin que esto signifique una actitud ideológica, sino una estética de la existencia.
Pedro Salvador Ale


viernes, 2 de diciembre de 2011

VOLAR DEBER DE VOLAR II

II



Volar deber de volar



XX


No encuentras el aroma que alquimiza la tierra donde pusiste
el mapa virgen de tus pies, en esta calle el mito se pudre
desde hace millones de años,
los dinosaurios sueñan por el oro negro las formas que serán;
tierra muerta en su ataúd de pirámides, sol de sacrificios.

Humo de antiguas especies pueblan un aire de sangre sometida,
la dualidad está en todo lo que mata: no fuiste lo que debías,
no eres para ser, el tiempo aquí es un cadáver más
donde el lodo come los restos
que se preservan como un estandarte .

La multitud es un águila, cojea de un ala, encarna el dolor de no
volar y de arrastrarse en el humo incesante en que agoniza
el sueño de Quetzalcóatl, no sabe si será entre la vida y la muerte:
abre la herida, enciende el fuego en la oscura noche de México,
no cierres los ojos, llueve sangre y ya es muy tarde, ayer como hoy.

XXI

Paz, en tu música crepita el maíz quemándose,

pasa un niño armado con un fusil,

se inunda una ciudad por una explosión,

no dejan de cantar en un prostíbulo,


se escucha la lluvia tocando un silbato de barro,

llevan tu estrella en la frente: el que dibuja

sílabas buscándote, un monje, una muchacha

con la alcancía en su ombligo, el adolescente


que gasta sus naipes de amor, la viuda que busca

en el vino un ángel; con sueños se te espera,

desconocida, ignorada, pobre paz: escucho tu


silencio de oro fino, pienso en los búfalos que amé

en las películas, en la pradera de la única madre,

en la pirámide del poder inventada sobre la ceniza.

XXII

Lengua hecha para los frutos de la tierra, elogia tu propia saliva,
el porte del gusto, de la miel, de las hierbas aromadas
por el firmamento;

eleva el apetito, el deseo rojo de cortar con pasión otra piel;
hazlo para honrar a los que beben, aman, fuman por la lengua
las ofrendas del gozo, hazlo por ese animal ávido de sabiduría.

Piensa en el amor, el oro y el vino, mira la sinrazón de la vida :
sueña, grita, ama con rabia lo que sucede; estás aquí para saber que
la lengua debe cantar bajo la sal, sobre esta carne viva de la muerte.


XXIII


Un mendigo de rodillas en una esquina de multitud:

-unpesounpesounpesounpesounpesounpesounpeso-

un peso es su mantra miles de veces repetido

sin pausa sin prisa sin perdón oficial ni popular

el cielo del bolsillo a veces escucha la invocación:

-unpesounpesounpesounpesounpesounpesounpeso-

la tierra no sabe, rueda la muerte en monedas

que tintinean el ritual, el humo de los coches

es el incienso para un sonriente Buda oscurecido

por el bajo mundo, este modo mudo, con luz a ciegas,

lengua cortada que no impide el mantra ensordecedor

-unpesounpesounpesounpesounpesounpesounpeso-

indiferencia, invalidez de lo humano, sin pasos vuelve

a morir Sócrates, cualquier hombre que ame la verdad,

bajo el árbol nuclear, el hongo de la muerte, el sol con

una venda en los ojos, ¿quién se atreve a cantar? ¿ quién

agoniza, vive? ¿ alto quién vive? vivevivevivevivevive:

-unpesounpesounpesounpesounpesounpesounpeso-



XXIV


El héroe inventa un país todo el tiempo, lucha contra una hidra,

vive un exilio en su propia geografía, tiene la fiebre del azar;

no cree en el destino, sabe que los pasos cambian las latitudes,

que al tocar un pubis se mueve un planeta; no tiene seguidores,

ni máscara, ni un don divino; desnudo a sus penas, a sus perros,

a los colmillos del cuervo; es un hombre sencillo como la madera,

frágil como el olvido, no tiene país ni parientes ni amigos, sostiene

el pensamiento en un tajo, sólo abriga la palabra de fuego que lo

existe más allá de la fosa, de la ceniza, del célebre polvo llorado.



XXV

Todas las guerras en la historia subrayan la necesidad
de la ciencia, que nos humaniza y al mismo tiempo
nos salva, ser amable con ella nos llevó a olvidar
al hombre y al fundamento de su creación, el amar,
la ciencia se hizo el tesoro inalcanzable para muchos,

sólo para el poder que posee el hechizo de los brujos,
así sacar tajada y dejar a los pocos las sobras de la
cacería; sin embargo, la ciencia llegó demasiado lejos,
a la alquimia final , la destrucción que nos
une, la ciencia vendió al lucro la conciencia, su virginidad,

su vellocino de oro, su cáliz sagrado, su piedra filosofal,
no dejó misterio por negociar, tiene la voz
de Mefistófeles, el convencimiento del placer inmediato;
quienes en la historia la han tomado como diosa personal
la hicieron a su modo la reina de las épocas, confiaron en


que ella sería fiel al hombre, la vendieron y revendieron,
hasta que perdió sus gracias, se materializó, envejeció, se hizo gorda
de sistema, de razón pura, está en todas partes y en ninguna,
dejó al hombre, no encuentra el mapa de regreso, de sus sentir noble,
de su pensamiento; la ciencia tropezó con la ambición y se durmió

en las manos del dolor, de la destrucción, de la guerra:
se pudrió en sus laureles;
ahora no hay autoridad para frenar la violencia material,
la ciencia perdió el camino, consiguió la gloria del miedo
y no hay misterio que la recupere de su demente razón.


XXVI

a Luz del Alba Velasco

A qué ojos puedes mirar sin dejar de ser tú mismo,
que puedas reconocerte como
humano, ojos sin máscaras, ojos sin astucia
con su sola transparencia natural,
ojos sin deseo alguno, ojos desnudos; desde los

ojos la mirada interior, ojos desde la luz de cada
latido; mira la mirada tomada de muchos ojos
con vergüenza, con culpas, con malicia
o disfraz , que no se muestran como son, ojos que
no te ven al verte sino que esconden el humor o la

pasión o la creencia de un sueño que quieren saber
y no ven. Este mundo real, no está hecho aún
para verse como debe, si no es con la luz antigua;
mira hacia fuera a otros ojos y ámalos a esos que ven
el amor desde el amar lo que sólo ellos pueden ver.

XXVII

Los noticieros ocultan la vida: no se siente el olor

del pan horneado salir de un televisor,

no se mira las estrellas por el vidrio de una pantalla,

nadie escucha los grillos del silencio, la selva del

silencio, la voz del agua lejana; un pájaro perdido

canta su mensaje, el músico como un peatón más

cruza entre automóviles, piensa en la soledad,

en la cabeza que el mundo no tiene, en el caos de

un latido de fuego; el peatón ahora es muchedumbre,

invade las prisiones: las oficinas, las escuelas, los cines,

los cuarteles, los teatros, los estadios, los hospitales.



XXVIII


Te quieren muerto, como un burócrata clavado a una silla,

como un hombre crucificado a una nómina: rescata

tu sueño filoso, tu melodía, tus colores

que espantan al tiempo del espejo.


Este día truena en los radares, en las sirenas, rompe

las ventanas, el número viene con más hambre y tú

debes sacar

tu música, tu anzuelo de pescador, tu cuchillo de caza.



XXIX

a Luis Pantoja Ríos


La verdad no está indefensa si el valiente

la hace resplandecer;

es verdad la verdad que no atraviesa

ni el acoso, ni el frío ni el fuego;


es verdad el valor, vaso que no se rompe,

una moneda que no dejó de ser lo que es,

es verdad filo de sol para el cobarde,

decir vida y que se quiebre la muerte.



XXX


No somos distintos los clandestinos de ayer,
como las estrellas no se pueden calcular,
como las gotas de lluvia o como los perdidos
en grandes ciudades, vivimos sólo este ahora;
hay quien sentencia que el pasado es todo, que siempre
fue mejor, muchos dicen que mañana será y que

añoran la historia que les enseñó que mañana será;
aman las guerras antiguas, dos o tres victorias
inventadas de los que fueron héroes patrios,
los que fundaron lo que les pertenece: la moral,
la ceguera, la mudez, la higiene y la buena educación;
como si la historia y el presente fueran lo que ellos

quieren, cuando nunca hicieron más que mentir,
evadirse, no ver, saber lo conveniente;
así no es rara tanta sangre derramada, derrumbada,
cargamentos de muertos, de balazos no de pena;
el que agoniza de hambre, de enfermedad, de mentira,
no cree en nada, que haya un mejor tiempo para vivir.


XXXI


Qué puedes escuchar sino el sonido de la muerte,
si naciste a comprender el mensaje de la lluvia,
del viento en los árboles, si sabes del silencio;
ahora tus oídos no soportan la realidad de los
ruidos, contagiados por el hielo artificial de
metales, los plásticos, el estruendo de la ciudad.

XXXII

El bolero del músico tiene bronca inmemorial, elige fronteras, seudónimos,

nadie le paga al nómada involuntario, hablo del poderoso amor

que el enemigo ignora, del bolero que escucho en los bares pobres,

en este siglo veintiuno falso como un pasaporte falso,

porque todos los pasaportes lo son:


¿quién puede sellar una infancia, una lengua, un cielo?

¿quién puede con la fotografía de un árbol, de un río lavando la memoria?

El bolero de este músico no habla, dice de prostíbulos, de pan duro,

sabe a humedad sobre perros viejos, huele a crematorios en el desierto,


a fosas clandestinas, a la lluvia que regresa sobre huesos olvidados;

los guerreros en el sueño cantan desde el amor su victoria;

pensar que el músico no tiene la culpa de nada, él sólo toca

lo que le piden los fantasmas.



XXXIII


Las manos leen al tocar el mundo,
los cuerpos son ciegos,
miran por las manos,
la codicia ahora las tiene presas,
llenas de sombra,
lejos de esas manos
que sólo son
al rehacer el mundo
de los tontos sublimes
otra vez.

XXXIV

El muro es una venda en los ojos, aprisiona paisajes,

los extremos disminuyen a los que no se encuentran,

ciegos tantean, unos el oro del racismo, otros

el pan del desarraigo.

Va el inmigrante, salta muros de agua, de arena,


de sal, muros de historia, atleta sobre el río, corredor,

miedo de fugitivo que aplauden los que no saben

del sudor ajeno, del vegetal del hambre,

de la sed donde jadean los tristes.

Saltarín, saco de huesos y de sangre golpeada, arado


de carne y hambre, supera una valla, danza en la

frontera, sin otra causa que un destino imaginario,

como un payaso loco en su derrota, con una mortaja,

un disfraz donde todo es límite, cae en sudores y

la muerte postergada, insiste en vivir, más allá del muro.








XXXV


Se sabe que no es miel el hambre, que duele en los documentos

de identidad. Rito previsible del sistema. Ausencia del generoso.

Deshumano. El hambre como el primer grito del hombre.

Crucifixión de la leche. Entrañas yertas. Agua tísica para la sed

del hambre. Hambre hecho dolor lamiendo su propio desangrar,

sin ponerse de pie. Pura agonía. ¿ Desde cuando? ¿ Hasta siempre?

¿Hasta nunca? ¿Qué codicia goza este festín mundial? Mancha cruel,

arena movediza es el hambre antípoda de los satélites. Hambre que

come, que se come a sí mismo, autofagia del hambre, ciego hambre

que se ve al espejo, maceración perpetua de la miseria.

Es inútil evocar la bondad ¿ Qué se hizo la voluntad? Sin remedio

se pierde el pan, el maíz, sólo distancia será la mesa, otro espacio

nuevo ¿Quién puede lavar el hambre que ensucia los días del solo?

Es el hambre hermano, el hambre moliendo huesos para las armas

químicas, el don del hambre, es el salto de la ignorancia, la piel

con las orillas del esqueleto, la madre tierra ausente, bebiéndote por

las raíces ¿ Dónde pongo el aliento del hambre si no es por la palabra,

dónde pongo la muerte para que no te doble los pasos, dónde pongo

los ecos de la rebeldía, los gritos con banderas raídas por el hambre?


XXXVI


La justicia carece de luz,
sale el sol para la poesía, el hombre, la mujer que sueña,
la justicia es un desierto, en el que los obedientes siembran
mentiras;

la justicia es para el poder, la poesía es para los jóvenes,
la justicia es para el cura, el militar, el inversionista,
a ellos los mira, los palpa, los reconoce, para ellos trabaja,
la justicia;

la justicia lo explica, es justicia para unos, miseria para los
más, la poesía es para todos;
la justicia dicen sus administradores no es el bien ni el mal,
la justicia es para los crímenes castigados a conveniencia,

la justicia es venga mañana,
los diarios, los noticieros, aseveran que la justicia es
nuestro destino, que la justicia es el poder establecido,
la poesía dice que la justicia ha muerto;

el pueblo violento, desangrándose,
responde, la justicia somos nosotros;
la poesía no sabe no lo que es la justicia,
sólo sabe lo que no es la justicia,

y no sé quién sepa más, lo que sí es que la gente sabe
que no hay justicia,
a golpes o disparos no hay justicia,
o sea que de un modo u otro existe la justicia,

por su ausencia todos lo saben y si esto es absurdo,
identificar la aplicación de la ley,
la justicia con la poesía
que no hace diferencia con los hombres,

a todos les canta, a todos los ama,
no puedo señalar que la justicia existe
y no debemos dejar de conocerla o abandonar nuestra
resistencia

por la simple desidia;
ahora puedo decir que existe
cierta coincidencia,
la poesía es el amor;

la justicia no sabemos dónde está ni como es, no la podemos
dominar ni conocer ni implantar,
esa justicia que nos hace luchar , justicia que sólo en el amor
cumplimos a carta cabal, como la poesía.

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