La Poesía

Sé que un poema no puede quitar el hambre ni cambiar la miseria humana, pero su irradiación ayuda a vivir contra toda adversidad. El poema es un sueño que se materializa a través del lenguaje y se recrea en otras utopías en la vida diaria. Escribo porque creo en el mito ancestral y en el poeta como un guardián de ese fuego que es el único que nos devuelve el rostro y nos abriga . el espíritu: el hombre al ritmo de las estrellas y de la hierba; esa quizá es la única nostalgia válida. Sé también que intentar la poesía no tiene sentido si el que la pretende es un personaje antipoético, si actúa en contra de la vida: de ahí la difícil tarea: la poesía nos debe humanizar, sin que esto signifique una actitud ideológica, sino una estética de la existencia.
Pedro Salvador Ale


miércoles, 27 de julio de 2011

SELECCIÓN DE OPINIONES SOBRE LA POESÍA DE PEDRO SALVADOR ALE

Sobre el Reino del Relámpago de Pedro Salvador Ale
Javier España
La poesía busca, como un destino, a su lector. Define este arquetipo Pero, ¿cómo es el lector?,
 ¿Es un solo rostro para mirar adentro de los mundos propuestos por el poeta? Más arduo debe ser para el poeta ser su propio lector. Este es el reto de presentar una antología seleccionada por el autor de su misma obra. La travesía lo hace prefijarse los criterios más severos que ofrece la delectación estricta. Este es el compromiso asumido por el poeta Pedro Salvador Ale en cada uno de sus poemas, vistos desde la perspectiva de pertenecer éstos a distintos libros La mirada del poeta tiene que ser suya y de los demás al mismo tiempo Ver, no es solo instinto sino razón colectiva; tocar con los ojos es más que una promesa en la espera del roce luminoso.
Así, la lectura desde sus versos iniciales participa de la luz, pero no como testigo, sino como presencia ineludible y también necesaria: "Veo huir a un mugriento cojo que reparte miserias/ entre los árboles espectros del parque otros se besan/ se rodean son ángeles golpeándose con ternuras carnales/ abren nuevas calles andan en círculos de lengua tras la lluvia de la noche". El verbo, como estación sonora, multiplica los sentidos hacia adentro, decantándose en el verso a través de la mirada.
Pedro Salvador hace de los ojos el instrumento que siembra los sueños y los desenmascara. La realidad acusa su verosimilitud al compás del poema que no miente, que no oculta la resonancia del dolor cotidiano. En más de un poema se presenta el personaje común, acosado por su vida inevitable Otear -otra vez la mirada-, no contradice el acto de conocer las presencias cercanas. De Retorno a la ternura, 1979, aparecen poemas como el zapatero, la florista, el albañil:
Cuántos años tienes hornero de las ciudades, niño que sigues haciendo casas/ la edad del hombre/te veo sobre andamios, medir cortar mezclar, detener al viento cerrarle campo y distancias.
Pero esos ojos que navegan hacia cualquier parte son capaces de encontrar otras dimensiones de la piel y la memoria, es decir, navegar piel adentro y descubrir el vientre de la primera tierra, la que le pone color a nuestros sueños y nos da el valor de nuestros nombres para salir al mundo, sin dejar lo que fuimos y seguiremos siendo: "A veces quisiera arrancarme del corazón la patria/ que no esté presa en mi pecho/ vuele su trozo de mar de pasto esperanzado/ adonde ningún fusil asiente ceniza sangrienta".
¿Y cuántas pieles suman una única fe de ser promesa cumplida? La definición propia sigue creciendo, sin llegar nunca a elementales juicios sumarios. Por eso suele ocurrir que el poeta nunca desconoce los pasos que ha dado por primera vez y que le ponen la fuerza a su hollar por la vida y sus sueños.
El poemario Autofagia del náufrago ,1982, hace cimbrar la estatura de la tierra cuando es estremecida la vergüenza más humana al arrebatarle al sentido la inocencia tímida del ideal del amor a la patria, violentado por la garra y el fuego asesinos. El poeta declara ya sin memoria ni recato, la impotencia de no ser el viento que borre la memoria de la historia: "La historia como una costra en mis yemas y/ en mi escalera de huesos hacia la / cenicienta tierra:/ el sueño brama a pétalo de sangre y un/ animal hecho de palor y sílabas me vuela/ en las venas, animal sin espejo, sin ojos/ para su muerte o el hachazo en vilo, animal que grita olfateando la vida: trampa del cantil, suicidio hasta las heces./"
Sin embargo, el poeta toma el estandarte, no pocas veces, de la desesperación de todos, y el poder lúcido del lenguaje tiende a revertirse y traer estos sentimientos y volverlos suyo "Cómo cuesta vivir de las palabras,/ las mismas que asentamos con el/ rostro reflejado en la hoja, donde/ caen nuestros días más desnudos."
Pero esta misma escritura es barca y puerto para otras travesías. Puede ser hoja al viento o faro vigilante; puede ser agua salvadora o sangre derramada; daga en medio del pecho o apunte a lápiz para un retrato de Cervantes. La poesía puede ser su propia travesía, hablar de las palabras como un niño que no sabe nadar y que habla con la comente del agua o como un afilador de cuchillos que al girar su rueda da nacimiento a nuevos colores de la luz y donde cabe el alba amaneciendo los cuerpos cansados de ceniza.
No obstante, el oficio del navegante conlleva el riesgo de ser perdido por la seducción de los vacíos que muchas veces se transforma en el canto de las sirenas cotidianas, y sólo puede ser salvado por el canto propio, erigido en la palabra combatiente contra los muros deslumbrantes de la nada. Sólo así el lenguaje tiene sentido, más allá de su denotada eficiencia y con la tendencia a ser la multiplicación de los panes necesarios. Sólo la palabra;
"Eres el navegante. Buscas tu rostro por el universo / Hablas con los vivos y con los muertos./ La palabra nunca degollada te dará la fortuna./ Siete magos te protegen./ eres quien enciende asombros y conciencias:/ el sol vive su fertilidad en tus huesos / Al descifrar lo que sueñas conocerás el mañana / Con una frase tuya fecundas poetas en los camino./".
Y todo es la palabra, como la poesía definida por Octavio Paz: "conocimiento, salvación, poder, abandono. La poesía revela este mundo; crea otro.  Aísla, une. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Regreso a la infancia, coito, nostalgia del paraíso, del infierno, del limbo. Analogía: el poema es un caracol en donde resuenan la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal."
Por eso la poesía de Pedro Salvador Ale aísla y reúne, como convergencia única, los reinos del relámpago, que se traducen en los grandes asuntos de su poesía y cíe la poesía toda. Y la palabra se convierte en cada cosa simplificada por su nombre y por su ejercicio, pero, al mismo tiempo, en parte del lodo definidor de la existencia, cada signo de la sangre se decanta en el ritmo de los versos en plena luz relampagueante, deslumbradora que se clava en la memoria y en la piel, verdaderos estigmas, de la caricia ausente y presente, convocando al viejo cocodrilo y su declaración de amor enfurecido, al poeta que afila sus palabras como hachas desgarradoras del sueño violentado por la realidad inmediata., al vigía que sentencia a muerte sus ojos por mirar el horizonte sitiado de niños en la miseria o la rosa en fuga. Sí, la realidad, como bruja mal nacida en medio de las sienes y sacudiendo el orden de los días y de las noches.
Por eso surge el deseo como presencia perenne, pero no rígida. Su ser reside en la experiencia, más allá de la experiencia sensible y de la propia semejanza. Es el instante para existir El instante que respira. Paz dice: "el poema no abstrae la experiencia este tiempo está vivo, es un instante henchido de toda su particularidad irreductible y es perpetuamente susceptible de repetirse en otro instante, de re-engendrarse e iluminar con su luz nuevos instantes, nuevas experiencias."
Para el autor, con la mujer se tiende el sueño, se erige la fe de un solo cuerpo y se renace en otro, tejiendo el grito y dando color al silencio más tibio Con la mujer vienen las horas que tardan siglos en medio de nuestros labios, llegan también los aromas que se van a ocultar en nuestra futura nostalgia: "Y la mujer es una esquirla bajo la piel del hombre/ a veces florece espinuda, otras pesa, se mueve por/ todo el árbol andante."
La mujer es fundadora, tiende su raíz como el ave extiende su vuelo matutino. Pero siempre es fundadora, semilla que brota y en sus alas maduran los niños, los avatares del púber y del aprendiz de sabio. "La mujer crece, baja, sube toma las/costillas del joven como peldaños, asalta su reino, se asoma a las ventanas de sus ojos, se dibuja allí en/ las miradas."
La mujer en el verso es y existe entre la mirada del tigre y la ceguera de Yosadhara, y la poesía de Pedro Salvador Ale la hace germinar en la vertiente del amar, en mar adentro de la pasión dialogante. Desde esa cárcel que se refleja en los ojos de Yosadhara, esa otra cárcel de brumas, se abren las aspiraciones del cuerpo, convertidas en palabra, en lenguaje que el viento hace cantar por las rendijas de las puertas más humanas.
La poesía de Pedro Salvador Ale  habitante mismo de los reinos del relámpago, de pronto, como Yosadhara, nos recuerda suceder el eterno retomo de los temas fundamentales y vitalmente necesarios.
                                                                                                              Javier España


Los Reinos del Relámpago o  las Iluminaciones del Amor
Todo lector acostumbrado a subrayar los versos que hablan de verdad, que están llenos de hallazgos expresivos y de fulgor humano que tocan el corazón y allí se quedan, subrayará como yo buena parte de estos versos. Lo hará con el azul de las pinturitas que tuvimos de chicos y con la sangre que sufrimos y vertimos de grandes. Quien entra en ellos sale transformado.
Esta antología- que abarca desde Conclusión, la primera obra de Ale publicada a los 19 años de su edad, y llega al inédito Amar hasta la muerte- no es una antología: es un libro, como quería Edmond  Jabes ."En los días en que crecía mi corazón a la par de las uñas" dice Ale. Y  en tos 30 años de trabajo aquí reunidos está claro que la coherencia y el vigor de su poesía le han crecido a la par del corazón
Un "vocerío de imágenes" habita en su invención, que corre como río indetenible. La palabra del poeta elude las burocracias del lenguaje para que nada interrumpa su fluir. Schiegel pensaba que el mundo interior no respeta gramáticas consta de nombres que son más que ideas. La música de estos poemas viene de la región que existe antes que la palabra misma y es la tierra de todas las palabras que da a luz. Abre los rincones más secretos de la lengua y pone en libertad a sus demonios y sus ángeles. La poesía de Ale está situada en el centro del habla y ofrece significados no dichos que rozan la sensibilidad y el pensamiento como flores de agua.
Esta escritura es cuerpo, es materia. con el país siempre presente, esa Argentina que “sólo fue nuestra en los documentos de identidad" y donde la grandeza flota en el aceite de las aguas" Escritura llena de mundo, aunque éste sea deforme y tire "manotazos de sangre". Pareciera  a veces  que en ella  resuenan lamentos de la Naturaleza, como si le diera Ale para salvarla, un  lenguaje humano.
Los  reinos del relámpago son las iluminaciones del amor. Ale se pregunta cómo hará para morir, ahora que ama a una mujer  y en sus ojos ve “todas las razas espirituales de la memoria" Precisamente la memoria construye el hueso de este libro. Como José Emilio Pacheco supo, la poesía,  finalmente, es  la sombra de la memoria.
                                                                                              Juan Gelman
                                                                         Toluca, México. 12 de agosto de 2004


Los Reinos del Relámpago: Antología Poética 1973-2003, de Pedro Salvador Ale
Voz poética incisiva e intensa, escandida en verso libre y en versículos, con buen sentido del ritmo Audacia en la construcción de las imágenes, pero evidente control, que rehuye la gratuidad bizarra. Buena estructura, tanto en los poemas breves cuanto en los extensos
Considero que este libro no es sólo una aventura verbal afortunada, sino también un doloroso y profundo recorrido por entre los meandros de la condición humana, tanto en los funestos como en los gozosos, sin olvidarse, además, de que el poeta tiene que ser también testigo de cargo de la historia.        
                                                                                                           Guillermo Fernández
PEDRO SALVADOR ALE:
El poeta del Barrio de Alberdi en Córdoba,  al Altiplano Mexicano
Entre la herida argentina y el dolor mexicano Pedro Salvador ha sobrevivido gracias a la poesía. Si es verdad que la Poesía es, como lo dijo Cardoza y Aragón, la única prueba real de la resistencia del hombre, entonces Pedro Salvador Ale existe hoy para nosotros desde Córdoba al altiplano mexicano. Pedro Salvador ha vivido el exilio creativo del sueño trascendente del hombre, que no es nada más ,pero tampoco nada menos, que un poeta Pedro navegante, Pedro pájaro migratorio, Pedro Salvador afila su cuchillo en el esmeril del corazón, en la piel de la mujer joven que lo espera siempre en el lecho y deja entornada la puerta del primer verso
Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno
Pedro Salvador está en su tierra nuevamente Siempre se vuelve al primer amor.
¡Hace cuántos libros que no nos vemos! ,¿ Hace cuántos besos que no me extrañas? ,Hacen cuántas lágrimas que no me gritas? Y volver, volver, volver, a tus brazos otra vez. La madre tierra, la tierra madre siempre espera a sus hijos, a los pródigos, a los predilectos, a los que como Pedro Salvador han sabido ser capitanes  dueños de su exilio.
 Las nieves del tiempo platearon tu sien.
Pasó el tiempo y los años lo vienen a encontrar sentado en su madurez de hombre y de poeta  Aquí  estás. Pedro Salvador, donde tu madre enterró tu ombligo, donde siendo niño empezaste a ser poeta y a engarzar las palabras con el hilo de los sueños, de los deseos de las tentaciones, de los abismos, creador en el desarraigo, un creador de verdad que trasmuta los traumatismos y separaciones en algo que se parece a la belleza.
Sentir que es un soplo la vida
Duros tiempos estos para el oficio de poeta, pero el poeta sabe que es un guerrero que libra en secreto una empecinada batalla contra la muerte. Pedro Salvador es un guerrero nómada que se desangra y sobrevive. Pedro Salvador armado de la palabra poética reconquista territorios de la nostalgia, pero mejor aún conquista para nosotros el reino de la esperanza.
                                                                                            Marco Aurelio Chavezmaya

LOS REINOS DEL RELÁMPAGO DE PEDRO SALVADOR ALE
Por ZUGEY GARCIA
Todos aquellos que se empeñan en provocar el grito de la pluma, los que persiguen con ahínco la sombra del alma, los obstinados en cumplir los caprichos de la palabra necia, los otros que se enamoran de la palabra dócil; todos ellos, han aprendido muy bien la lección: seleccionan, limpian, enfilan, engrasan y empacan las palabras, y se dice que su empresa tiene éxito pues a muchos de los integrantes de ella se les ha visto como brujos, visionarios, extraterrestres, adivinadores, juglares, encantadores, genios y hasta la categoría posterior.
Sus voces se hallan habitadas por benévolos demonios, palpitan y se mueven como una ola, a veces gritan y viene el diluvio pero nunca se pierde ese ritmo que presumiblemente es producto de su totalidad humana. Miran detalladamente y algunas veces hallan hormigas y ventanas, cumbres y precipicios. A pesar de todo lo que han visto sus ojos no se vence y clavarían alfileres si fuera posible para mantenerlo abierto; lo cierto es que ellos arman y desarman el mundo, elogian la muerte para después aborrecerla, asimismo pintan la vida con tonalidades que van del rojo al gris; también sospechan, tal como el mago, que alguna vez la tierra será tragada por el feroz dragón del inframundo. Su ir y venir asemeja al paseo de la pluma por el papel: es intenso, catártico, orgásmico, desolador y vacío.
Todos los consumidores de productos metafóricos de esta afamada empresa, nos hallamos curtidos de gloria y agonía, con tal advertencia, podemos decir que algunas veces quisiéramos preguntarles acerca de su osadía al describir a éste, al otro a mí y al de más allá, ¿será acaso que palpamos descalzos y desnudos este lugar común?, o bien que como la lechuza, ellos son nuestros vigilantes y que ya sólo no resta perderles el miedo, tenderles la mano a través de adquirir sus productos sin quejas ni devoluciones. Y he aquí en donde se desvanece ese gran velo de ligera consistencia, llegando a mi mano indómita Los reinos del relámpago, mi mirada pasea repetidamente por las líneas, tocando tres veces a la puerta de mis ángeles y demonios.
Circulo por la memoria y en ese instante el "caballo de arena" cabalga directo al mar, el camino se bifurca y me hallo entonces en el umbral de Cronos, la puerta es un espejo al que le repito: Caballo de mar, reloj de arena, y enseguida me propongo izar mi bandera como un conquistador.   
Sin embargo, todo lo hallado a lo largo de este camino me remite al motivo de los motivos que me trepan en este altazor que es la vida, pues es aquí en donde he encontrado misterios, azares, relámpagos, espadas, belleza, sueño y muerte; al volver a mí siempre está presente la lucha de contrarios que se asemeja al simbolismo del caballo, ese que galopa en las tinieblas pero también hacia la luz, pues es entre los animales el que conduce a su amo por la noche como ser dotado de clarividencia que lleva a la guerra pero también a la paz; su jinete no sabe lo que es pues su instinto lo ha enseñado a prevenir cualquier mal.
El caballo por la rapidez de su carrera es semejante al transcurrir del tiempo, su triunfo será llegar a la meta y al final de tiempo la muerte se convierte en un triunfo. Pero qué hay también de ese caballo símbolo de la fertilidad que se sobaja ante la presencia de la Diosa Deméter, aquella ton cabeza de caballo que se unió a un mor-en un campo recién labrado y ahí entonces brotaron las semillas como abejas en la colmena.
De esta manera si la mitología con su pendiente atalaya percibe desde su torre al caballo como un ser alado, es porque así como es de viento también tiene un arraigo a la tierra, puede con tranquilidad cruzar el río y ser de fuego.
Galopando me invitaron a entrar y halle pertinente ponerle nombre a este centelleante desfile de palabras, después de todo comportarse como una presa fácil es también enfrentarse al otro que está en uno mismo, a ese que añora ausencias disfrutando las mieles del "beso profundo", del aroma que deja la sombra y la silueta de las caderas cruzando el umbral de la oscuridad, de ese que aprecia el buen sabor que ha provocado "el fulgor del relámpago" y al que sólo le queda rechazar los brazos del miedo pues al final sabe que "se muere sin salvarse".
Si fuera el justo jinete le reprocharía a  la memoria no dejarme el recuerdo de los relámpagos que a mitad del camino me hicieron desfallecer y a esos otros que provocaron saberme vivo: porque el único que no se doblega es el "desolado, solo, desalado, sin sol", ese al que no le preocupa que los quicios de la puerta sean suficientes para la entrada de cualquier demonio pendenciero que no se cansa de exigir el fruto rebosante cuando se disfruta en todo su esplendor, de esa misma naturaleza goza el relámpago pues persiste en él la ambivalencia de iluminar y fulminarse porque tal como surge de la nada como un acto viril de Dios en la creación, asimismo aniquila en un incendio de Apocalipsis.
 Un relámpago entonces es un arma de Dios con la cual pudiera destruir a la humanidad (fuego), pero también es la semilla fecundante de la lluvia (agua), es el falo divino que la tradición ritualiza por ser el padre del sol y de la luna que celebra la ceremonia de la fecundidad, arde la creación en sus huesos y centellea emitiendo la cegadora luz que se extingue. Las palabras son también relámpagos que se evaporan mando las flores recogen su aroma y las sombras desandan el camino que inventaron, o bien al dispararse las palabras como balas de la boca pueril, asimismo tornan su apariencia de relámpago en el instante que la dama traga-monedas expone sus tarifas y la ventana entreabierta se lince cómplice del viento y entonces la entrada atrevida del ave de mal agüero, aquella que picotea la almohada llevándose el aroma, la sombra, la pupila apenas niña; al final los estragos son dos cuerpos mutilados y al azar uno de los dos desmantelados. Sin embargo, si otro contexto nos envuelve no existe tal animal de mal agüero sino por el contrario ose que viene a alimentar: colocan en la palma el grano ele trigo y la rama de hidra
Él lleva en el pico la palabra relámpago: mensaje divino de Dios rayo que tiene como tarea atar a sus interlocutores y entonces los enamorados entrecruzan sus cuerpos cual si fueran una tuerca y su rondana ¿ atrapados ambos hasta que se hacen uno. Así el pájaro fúnebre asiste a los amantes pero también les anuncia la desgracia y la muerte, sin duda amarra y desata cuando el espejo ahumado nunca distorsiona el brillo ancestral llagado, y del que sólo brota como manantial la sangre de un sabio pueblo que hereda verdaderamente su riqueza.
Ante ello, lo perdido y lo ganado se somete al juicio del negro pájaro hacedor del viento que esconde bajo sus alas. Un graznido de cuervo lo reclaman los abuelos pues desean que sus descendientes un día despierten, aviven sus sentidos y se permitan ser una generación como aquella. Porque siempre el graznido y el disparo son medidos por la intensidad del ruido que provocan, pero siempre será el primero el más escuchado, mientras que el otro pierde todo tipo de privilegios cuando se estrella en la pared del miedo, del pánico y de la ira.
Termino este cabalgar guardando en un rincón de la memoria "Los reinos del relámpago", esos reinos en los que a mitad del galope me llamaron a mirar a los amantes que entre besos y tormentos fueron devastados pues encendieron el fuego exterminador, y provocaron en un grito de pasión y muerte: el esplendor del relámpago, el graznido del mensajero divino y el trote del clarividente ciego.

Navegaciones de Pedro Salvador Ale
Por Ronald Haladyna

 El postmodernismo, ese concepto tan amplio, contradictorio, usado y abusado en la cultura contemporánea, ha creado un impacto notable sobre la literatura mexicana en los últimos años. La proliferación de prensas universitarias y casas de cultura, así como la institución de nuevos premios literarios durante la década de los ochenta, han impulsado a muchos nuevos valores de las más diversas tendencias de la poesía mexicana- La postmoderna ha sido una de las direcciones más innovadoras, fértiles y heterogéneas, representada por figuras como David Huerta, Efraín Bartolomé, Eduardo Langagne y el objeto del presente estudio, Pedro Salvador Ale. Se pretende considerar un vínculo entre la poesía mexicana y la teoría crítica francesa, y describir unos elementos típicamente postmodernos en la obra de Ale, con atención especial al uso de versos aleatorios como una solución formal al tema del azar y de lo innombrable.
En un estudio crítico sobre Incurable (1987) del poeta David Huerta, Thorpe Running junta un virtual catálogo de características postmodernas, tesadas en la teoría crítica francesa y que .encuentra en el poemario: una constante intertextualidad, preocupación por el lenguaje poético por los límites de la poesía y por la resultante multiplicidad de interpretaciones de un solo texto (159). Indica que el lenguaje es digno de desconfianza, que se establece la autonomía de la imagen (160), y que predomina una constante lucha con la duda, el miedo y la incertidumbre. Percibe en la poesía de Huerta dos ideas claves de Jacques Derrida: la inestabilidad ('sin centro, ni asidero^ (161) y la 'différance' (la diferencia y la postergación de significados) (162). Asimismo, identifica dos características presentadas de Jacques Lacan: "el sujeto que habla, con sus componentes" (161) y "el deseo como algo innombrable" (162); y una de Roland Barthes: la incertidumbre del uso de los pronombres 'tu' y 'yo' (162-163). Huerta, tal como Severo Sarduy en la narrativa, confiesa una influencia directa de las ideas críticas del grupo 'tel quel' francés en su poesía, otra de las muchas paradojas del postmodernismo en la cual la crítica anticipa a la literatura. Este estudio de Thorpe Running cobra importancia porque establece un convincente nexo entre la teoría francesa y la poesía postmoderna en México y sirve de punto de partida para el análisis de otros poetas mexicanos del postmodernismo, como el presente.
Pedro Salvador Ale (1954), argentino radicado en México, no reconoce públicamente la misma deuda con la teoría francesa, pero su obra poética refleja las mismas características. Hay indicios en sus primeros siete libros de una incipiente tendencia postmoderna, pero no es hasta Navegaciones (1991) cuando se combinan tantos elementos en varías series temáticas que se entretejen y se independizan en un juego combinatorio de formas que sirve para opacar lo temático a favor de una experimentación formal. Se destaca la falta de un centro temático o formal en los poemas cuyas imágenes reflejan una realidad en constante expansión, sin centro, ni punto de apoyo. Es una condición que Conduce a la incertidumbre y la duda y una incapacidad de contemplar las esencias de las cosas por la efimeridad de percepciones, de recuerdos, y de reflexiones y por la desintegración del mundo material. Se expresan repentinas frustraciones en su indagación epistemológica, porque al descubrir verdades parciales o efímeras, reconoce que nunca llegará a ver la Luz cósmica del entendimiento totalizador, el cual, se deja entrever, tal vez ni existe. Continuamente se percibe el mundo fenomenal como un texto enigmático que descifrar, así como la misma clave del descifre, pero en una inversión paródica de la poesía fenomenológica de Enrique González Martínez, se frustra la apertura trascendental. Se deja siempre la impresión de que m espera un algo revelador a la vuelta de la esquina.
LA DANZA DEL GUERRERO DE PEDRO SALVADOR ALE
Raúl Cáceres Carenzo

 "La poesía nace de la combustión de los huesos", decía Ramón López Velarde. "El arte de la poesía es la ciencia de la iluminación", escribió alguna vez Octavio Paz. El acto poético esencial irradia "una serie de incendios", enseñaba Vicente Huidobro. La verdadera poesía, entonces, nos enciende o transfigura: nos reintegra al "ser"; nos muestra o devela la urdimbre secreta de nuestras pasiones y destinos. "Ah, Deseo (exclama Saint-fohn Perse) un día entregarás tu verdadero rostro, tus designios ocultos".
La danza del guerrero pertenece a este linaje; pues nos incorpora al fuego poético primordial, inmemorial. Y traza una estela luminosa; levanta unas palabras ardientes como testimonio de las obras y las voces del hombre contemporáneo.
Quizá sin saberlo ni buscarlo, por parte del autor, en Danza del guerrero está (y el lector a quien el texto fue destinado lo encontrará con fascinación); está lo que algunos sabios, poetas y santos han vislumbrado sobre el ser y el tiempo, sobre el alma de la especie humana, sobre las razones ásperas y dulces del amor; sobre el milagro disperso de los instantes comunes; sobre los ángeles y demonios que en el sueño nos asedian; sobre el don irrepetible y sagrado de nuestra vida breve.
En la forma, Danza del guerrero maneja diestramente, con certero y acendrado oficio, en-decasílabos y alejandrinos de armoniosa cadencia; despliega asonancias, metros y combinaciones estróficas de múltiple y diversa intención. Hay sílabas contadas y auditivas; hay, también, una versificación libre de amplio, sostenido aliento, que recuerda, en ocasiones, a Walt Whitman y que hace válida aquella proverbial apreciación de Emil Ver- haeren: "El verso libre lleva un poderoso ritmo interior: Como la corriente del río, al avanzar va creando su propio cauce".
De fondo hay emoción trascendida: distanciada con depurado artificio, con fino oído y conciencia estética; hay dolor, alegría e intuiciones deslumbrantes... Esta Danza es, sobre todo, un extenso poema único que se sustenta en cuerpos o fragmentos líricos que dan la unidad, el tono y el ritmo general del discurso poético, sostenido éste en sólida estructura. "Modelo para armar", el poema se despliega al conjuro de un ars poética personal, de un ars amandi del idioma mismo.
Tal vez La danza del guerrero aunque llegue a tener bellas reimpresiones, pues las merece, no atrape o atraiga a muchos lectores; pero esos pocos han de ser, necesariamente, sensibles y atentos. En esos pocos lectores el poema hará su destinó Y estos lectores encontrarán ahí lo que la poesía nos está diciendo desde siempre: Todo habla. Todas las cosas y los seres del mundo escriben en nosotros señales y destinos. Todo tiene que ver con todo. El árbol del hombre está hecho de palabras.
La danza del guerrero nos ofrenda una propuesta clásica Equilibrio de fuerzas, armonía y precisión verbales, claridad; el pacto o las bodas del Cielo y del Infierno... La pasión, la intención y la expresión unidas en las voces del canto.
Seguramente le ha costado esfuerzos, desvelos y tiempo a Pedro Salvador Ale el construir un texto tan afortunado para la poesía hispanoamericana de nuestros días. El poema esta desde hoy con nosotros. Además de las virtudes señaladas, este libro enfrenta y confronta al "facilismo" que, con escasas y reconocidas excepciones, contemplamos en los nuevos poetas amerindios (jóvenes y ya no jóvenes). ¡Como si la poesía fuera un oficio fácil! En estos tiempos "posmodernos" de la "realidad virtual"; aquí y ahora, en el país, en el continente, en el mundo... no es usual que aparezca la verdadera poesía. Como Dios, la poesía se manifiesta a veces por su ausencia
Con la venia de Pedro Salvador y a la sombra radiante de Jorge Luis Borges, dedico mis apresurados juicios sobre La danza del guerrero a los espíritus de estos esenciales poetas mexicanos: Manuel José Othón, Salvador Díaz Mirón, Ramón López Velarde, José Gorostiza, Carlos Pellicer, Rubén Bonifaz Ñuño. Octavio Paz, Jaime Sabines, Rosario Castellanos, Efraín Huerta, José Carlos Becerra, Raúl Garduño...
Ellos, en mi sentir y opinión, han tendido el puente secreto e invencible entre lo: poetas muertos y los poemas vivos. Ellos también, en su voz y a su manera, y di otro modo lo mismo, han entregado a la poesía hispánica y universal sus persona les danzas de guerreros.
(Texto de presentación al libro la danza del guerrero Archivo histórico del Centro Cultural Mexiquense. Toluca; agosto 15 de 1996)




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