La Poesía

Sé que un poema no puede quitar el hambre ni cambiar la miseria humana, pero su irradiación ayuda a vivir contra toda adversidad. El poema es un sueño que se materializa a través del lenguaje y se recrea en otras utopías en la vida diaria. Escribo porque creo en el mito ancestral y en el poeta como un guardián de ese fuego que es el único que nos devuelve el rostro y nos abriga . el espíritu: el hombre al ritmo de las estrellas y de la hierba; esa quizá es la única nostalgia válida. Sé también que intentar la poesía no tiene sentido si el que la pretende es un personaje antipoético, si actúa en contra de la vida: de ahí la difícil tarea: la poesía nos debe humanizar, sin que esto signifique una actitud ideológica, sino una estética de la existencia.
Pedro Salvador Ale


sábado, 18 de junio de 2011

CONVERSACIONES SOBRE ÉTICA



                                       PRESENTACIÓN


Conversaciones sobre ética ( para los Derechos Humanos) no trata de la interpretación de otros libros, sino que funciona en una especie de diálogo a la antigua entre iguales, que se hacen cómplices por medio de la razón humanitaria , de la función de lo coherente por sobre la fuerza del interés personal.

La complejidad del tema de la ética, de la justicia y de los valores , alcanza lo jurídico, lo filosófico y lo sociológico; lejos de disertar con rigidez académica sobre las innumerables teorías escritas durante miles de años, al respecto, el camino escogido es la claridad para alcanzar la hondura, encararlo modestamente a través de un tema que tiene como centro al hombre mismo.

Este libro intenta hacerse responsable de un modo racional a la “sentencia” dictada contra todos nosotros, por el Yago de Shakespeare: “ Nunca encontré un hombre que supiera cómo conocerse a sí mismo”.

Porque hay muchas maneras de ser humanos; una de ellas es atender imaginariamente al pensamiento que sostendrían algunos grandes personajes clásicos ante la realidad histórica que vivimos; quizá bastante decepcionados por las oscuras telarañas de lo incierto.

Sobre todo se abordan temas como la democracia, la convivencia, la justicia, así como la visión humanista que debe tener la aplicación de las leyes, con una reflexión vigente, que pueda ser útil ante las perplejidades cotidianas.

¿Cómo comprender desde aquellas épocas a ésta vida material, urbana , del siglo XXI? Las grandes migraciones de la pobreza, enfermedades extrañas, clonaciones, eutanasia, el uso de Internet, satélites , tarjetas de crédito, el consumo enfermizo, el vacío espiritual, la delincuencia, el narcotráfico, la angustia, la soledad en un crecimiento demográfico, misiles, hecatombes económicas, disputas geopolíticas, pugnas petroleras, guerras televisadas, el caos de la naturaleza y del mundo en sí mismo.

No se trata de hacer un recetario de opiniones prestigiosas,  en una suerte de antología, sino la asimilación de ciertas ideas que están lejos de la erudición , que sencillamente muestren lo vital del ejercicio ético.
En estas entrevistas imaginarias no se ofrece una guía o un modelo concluyente de pensamientos válidos, sino un itinerario personal de búsqueda y de hallazgos de textos valiosos que nos puedan dignificar.

Los diálogos intentan reflexionar sobre una concepción moral, con el propósito de sembrar inquietudes que nos ayuden a proponer desde nosotros mismos, soluciones eficaces para los grandes males que nos aquejan : la corrupción de lo humano y el cultivo de la violencia.

En estos veinte diálogos, algunos de los cuales toman como referencia al pasado, para hablar del presente, descubrimos pensamientos sobre el poder del despertar el espíritu ético. El pasado que cuenta es el pasado del presente , no el pasado que no nutre y que el tiempo se llevó. El hombre es un ser histórico , no puede despojar de su personalidad la historia que lo sostiene. Por ello, cada uno de estos capítulos abre puertas como una manera de iluminar esta realidad.

Los ejemplos expresados por los maestros conducen a una verdad profunda, llevan un sentido de inmortalidad. Un proverbio zen dice que cuando se nos muestra la luna, hay que mirar la luna y no el dedo que la señala. Lo mismo sucede con estas entrevistas.

Estamos acostumbrados a decir que debiera haber ética, o más exactamente que el hombre debiera actuar éticamente, con lo que damos a entender que no la hay. Sabemos de la necesidad de vivir correctamente, que los hombres tienen como sentido común el entenderse, pero existe el supuesto de que casi nunca lo hacen.

De ahí sacamos la conclusión de que si el mundo está tan mal es porque hay en él muy poca ética, y queremos culpar y castigar a los responsables de esta falta, a veces más como chivos expiatorios o exorcismo, diciendo: “éste es un demonio, estamos purificados”.De esta manera una ética del castigo sustituye la verdadera visión moral, es decir el acto consciente y natural de la armonía.

Así la ética se vuelve algo abstracto e ideal: la realidad cotidiana con la que vivimos no es ética sino que se expresa sólo a través de la ley, la fuerza, el castigo, cuando no de la influencia política o del miedo a ser juzgado, perdiendo de esta manera la necesidad cabal, natural del ser ético. Ante los embates de la corrupción , la duda se impone con  violencia por sobre la comprensión real de un hecho, el sentido común de lo humano. Si bien es cierto que hay una degradación de los valores, esa medida no puede ser aplicada para todos del mismo modo, para eso existe la coherencia.

Hablamos de ética, pero vivimos en el temor al “otro”, odiamos , juzgamos en nombre de la moral y de la justicia. En estas circunstancias se hace necesario decir, una vez más, que la ética no es imposible. La ética no es irreal, al contrario, está por sobre las ideologías , el poder económico, los intereses partidistas o religiosos; sirve al hombre mismo porque está hecha de un bien común, sobre todo de la conciencia individual de ser generadora de armonía, de acciones que son rigurosamente humanas, donde puedo reconocerme también en el “otro” como un sujeto de respeto , por el simple hecho de ser parte de una realidad.

La finalidad de este libro es sencillamente la de abrir los ojos a lo que debiera ser obvio: todos los seres somos parte de una ética, por lo tanto estos personajes no nos dicen que los hombres deberían comportarse éticamente, ni lamentan que no alcancen la paz. No dicen cómo debieran ser castigados por no preferir la armonía. Simplemente sugieren que todos somos parte de una ética de la existencia.

Si los hombres tienen conflictos entre ellos, no es porque no sepan actuar comunitariamente, sino porque no entienden ni aceptan el hecho de que tienen que ser parte de un Todo social, de una misma identidad: se aíslan en ghetos, en fortalezas, en ideologías, en cerrazones, en feudos, en zonas privadas o marginales, en territorios inaccesibles , no por la geografía, sino por los intereses mezquinos. Y ni un hombre ni un país se pueden salvar si están fragmentados.

Los grandes pensadores fueron capaces de ver a través de las máscaras que usa la humanidad , supieron que no había realidad en las máscaras, sino que descubrieron sólo un rostro en los innumerables rostros de los hombres: el rostro de una ética universal. Espero, sin falsa modestia, como un hombre que conoce sus límites, que en estas páginas se pueda vislumbrar ese rostro.

                                                                            
                                                                       Pedro Salvador Ale
                                                                        Toluca, Estado de México, junio de 2010
 Introducción al libro Conversaciones sobre ética para los Derechos Humanos, Ed. Comisión de Derechos Humanos del Estado de México, Toluca, México, 2010.


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